Inventario de una expedición

Alberto Sicilia

Suma nona

Suma la pulcritud del verbo y de su lava.
El rumor vocea a las estrellas.
Ya para siempre sueña sólo
el martilleo al claribel de tu celaje,
como si fueras el misterio y el dichoso
y no el dichoso colgante,
el dichoso lamento,
el sin vida bañándose.
Porque hizo Dios los rituales,
adornos de la hierba y de la nieve
para investir al pobre con poderes.
La nieve soñada en la esquina
de Masó y Punta Llana
es arena bajo el sol de las canteras,
imagen carcelaria en Varadero.
Oh Varadero
¿Varadero?

Suma el ritual entre las llamas,
el sueño de la multitud,
metálico doblando los tatuajes.
Un arabesco para la espalda muda,
sin más ceremonia que el pico
de la gallina ciega.
Cartas rotundas para agonizar
con la placidez de un hombre real-
izado y varado
en la hora nona
de su edad.


Es para ti, Gertrudis MacDowell y tú lo sabes
J. Joyce

En una pequeña rajadura puedes habitar,
en un mísero rayón,
en el Tokonoma envidiable
y hasta en José Lezama Lima.
Conforme con esto,
esta causa es principio
y este fin es azar.

No dudes, no prometas ni cumplas,
sólo voltea la palabra en tu lengua de estímulo.
Nada sabes de la quietud,
si no la explicas, no intentes contra ella.
No eres superior,
recibe la dosis de azafrán y calla.
Tus amigos están dentro de la pared
oyendo y murmurando.

La manzana es tu rostro y será atravesada.
Hacia la luz inclina la cara del gusano,
hacia la leve nostalgia del arquero.


Poema con Dios

La arboladura vaga a la espalda del testigo.
El hombre se apoya en el bastón
presto a quebrarse,
pronto a la sublimación del golpe.
Como una madrépora, una lunabaja sumergida
entre ficciones brumosas y aldeas recién pintadas.
Magia o suerte de revelación
el poeta y yo rozamos frases hechas,
hechos como frases.
Rozamos el futuro del pájaro en vuelo
y el proyecto de ausencia sin espera.

Palabras, mis enemigas, atacan el último mar
y al primer amanecer del hombre.
Palabras, insinuaciones de un Dios desnudo
y vacilante.
Todo poder es oscuro y se pierde
en el tiempo de las deudas.
La privacidad se atreve con tu nombre
y el día y la noche tienen suaves contiendas
de amor y de odio.

Aquí están los opresores,
míralos en su vulgar pereza,
no nos dejan siquiera mencionarte.
Perdidos semejantes para ser encontrados
y distintos,
como niños normales
mirándonos el sexo sin lujuria.

Apetezco tu cuerpo, el cuerpo de la luz,
la resaca y el aire sin la noche,
porque un día vendrá
a repetir el trono recamado
de pezones triunfantes.

Dudamos ambos
en el silencio de los peces muertos,
de los muertos mudos en la indiferencia
y de la infinita palabra libertad.


Meditación en el cementerio

Tu mano es lo opuesto al fingimiento,
para ti la amistad debe ser como la fuente de Jacob,
en ella encuentras al redentor.
Él pregunta tu nombre en la lengua del agua
y tu respuesta es una obertura
de eficiente silencio sobre el fango.
Pero un amigo siempre modifica la inclinación,
agallas del verbo por donde el aire pasa vagabundo.
Conocedor de superficies,
el amigo teme el fondo de los sueños,
y te pide que inclines más el rostro
y que prefieras.
Pues queda para el rico escoger el metal de la venganza.
Y nosotros, dueños del imperio de las cabezas vanas,
dueños del vacío y de la gripe,
herederos de la hipertensión y el asma
escogemos el oro, siempre el oro,
Porque somos al final hombres de hueso,
el hueso que pierde la esperanza
y emerge cobrizo de la tierra
para aguardar la mano que los limpie.


Fundamentos

En el paseo, laureles enormes y nadie adivinando,
es de suponer que la ignorancia sea la donación final.
Con la piel humedecida y las maderas
el fuego no mostró lo que queríamos.
Removiendo con el gajo de laurel
y en las entrelíneas del remolino
la mentira del pasado.
Las lluvias que cantara Saint John Persé
dan una mano al mago del milenio.
Pasos para detener a los tranvías
que no llegaron nunca a Cabaiguán.
Una ligera carrerita para alcanzar al centinela
con la promesa de la absolución.
Al año y desde Valencia llegaría el sacramento
para los futuros reclutas.
Un viaje prometedor se rompe
y el agua da otra vuelta.
Si el tiempo es admirar el delirio del sol
atravesando el aire en una playa
estoy lejos del tiempo,
en el Paseo Municipal
caído en un pantano
con el bastón quebrado.


La señorita Olga Niké, traductora de Neruda

Arco sobre ojo
Dios hizo a Olga Niku
para que tradujera mis versos al ruso,
e instruyó a Blanca Nieves
para leer el original.
Dios hizo mi cuerpo para responder la interrogante,
para dejarnos mudos.
Con estos elementos un hombre no puede
orientarse en el desierto.

Quiero que Olga Niku
forme un Dios ruso de papel,
un pequeño Dios severo
que haga retornar a Blanca Nieves.
Mi cuerpo es un signo de interrogación
ante el futuro.
El ojo de Dios ha visto el arco
de la señorita Olga Niku.


Hechos

Para mi esposa

Busco en el agua con las manos limpias
el óvalo dormido, su figura.
Busco el pétalo de Dios en el estanque,
se hunde como una hormiga
en un seco agujero.
Se refugia en la voz de la multitud,
al amparo del múltiple oído del silencio.
Allí encuentro el poder o la noción de su llegada.
La calma pesa sobre mí.
Una tormenta siempre es fiel
al cuerpo descreído.



Barco sobre perfume

El era un barco que busca su naufragio,
ella era perfume y fingimiento.
Buscaron en la antigua Grecia
un lugar donde acostarse un par de horas,
encontraron un poema
que hablaba del amor antes de Cristo.
Se indignaron;
descubrieron al autor,
un oscuro homosexual del siglo XX,
se fueron de allí sin atreverse.
El encontró un puerto en un grabado,
y era como yo con veinte años.
Ella se dejó toda la ropa
y era como la esposa de un ministro,
desvergonzada y pura.


Conjuros

No somos los maderos de la cruz
donde murió el futuro,
somos el dócil futuro congelado.
Tú miras al insecto en su visita,
yo miro en la pantalla a las desnudas.
No tengo un puente para cruzar,
sólo una taza de espaldas y tu nombre.

Con la mano contraria
la elegancia atrae.
El pez se llamó devorador
ha regresado.
Si juntos miramos el mosaico,
el dibujo blanco y la esfera al centro
del color del vino.


La rueda

Es alto el equilibrio alto y ancho
en el espacio no tiene una barrera
La nada es algo
El pez que regresa a la orilla
es una zona limitada
El madero que es regresado al océano
tiene un signo desconocido
La muchacha que despeina mis cabellos
se pinta héroes en el vientre
con ceniza
El fuego anegado hierve en la nada
La nada es todo
En su espada penetra la carne de los héroes.

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